EE.UU. – Estados Unidos se encuentra nuevamente en un cierre parcial del gobierno federal después de que los legisladores no lograran alcanzar un acuerdo para mantener en funcionamiento los programas y servicios públicos antes de la medianoche del miércoles. Esta es la primera vez en casi siete años que el país enfrenta un cierre similar. Al llegar la medianoche, las agencias federales dejaron de recibir fondos, paralizando temporalmente varias funciones gubernamentales.

Según la Associated Press, aproximadamente 750,000 trabajadores federales serán enviados a licencia obligatoria, con algunos en riesgo de despido bajo la administración del expresidente Donald Trump. Sin estos empleados, ciertas funciones esenciales del gobierno se verán afectadas, incluyendo la emisión de seguros federales y la operación de programas clave. Durante su primer mandato, Trump enfrentó el cierre más largo de la historia, de 35 días, debido a disputas presupuestarias relacionadas con la construcción del muro fronterizo.

La votación en el Senado para extender la financiación por siete semanas terminó 55-45, insuficiente para superar el filibusterismo, que requería 60 votos. La división política ha sido marcada, con republicanos señalando a los demócratas como responsables del cierre. Legisladores como Adrian Smith y Mike Flood advirtieron que la paralización afectará a veteranos, militares y programas críticos como el Seguro Nacional contra Inundaciones, lo que podría retrasar transacciones inmobiliarias dependientes de este seguro.

Senadores como Pete Ricketts calificaron la situación como un “Schumer Shutdown”, acusando a los demócratas de bloquear una resolución de financiación limpia que habría mantenido operativo el gobierno por siete semanas. Por su parte, la senadora Deb Fischer aseguró que su oficina permanecerá abierta durante el cierre y enfatizó la importancia de un proceso transparente en la asignación de fondos.

En contraste, el Partido Demócrata de Nebraska responsabilizó a los republicanos y a Donald Trump, argumentando que evitaron negociar de buena fe y priorizaron intereses económicos sobre las familias estadounidenses. Señalaron que los republicanos, al controlar la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes, no tenían excusa para permitir que el gobierno se detuviera y acusaron a la Cámara de instruir a sus miembros a retirarse durante el momento más crítico.

El cierre genera incertidumbre sobre el funcionamiento de programas esenciales, pagos a empleados federales y servicios públicos en todo el país. Mientras los legisladores continúan el debate político, millones de estadounidenses esperan que se alcance un acuerdo que permita reabrir las agencias y restablecer la normalidad en las operaciones gubernamentales.

Este nuevo cierre evidencia la creciente polarización en Washington y pone de relieve las consecuencias inmediatas para trabajadores federales, veteranos, pequeños negocios y ciudadanos que dependen de programas gubernamentales. La situación sigue siendo dinámica, y el futuro del financiamiento federal dependerá de nuevas negociaciones entre ambas fuerzas políticas.